dilluns, 22 de novembre del 2010
- quatre -
Cuando nos encontremos dondequiera que nuestros
pasos se reúnan
ciudades o campos deja que el silencio penetre
en tu herida: habla.
¿Quieres para mi amor un rostro que ilumine el espacio?
Entonces, haz de tus ojos un hogar para mi rostro.
Tómame y habla.
No siento el ritmo de mi cuerpo entre tus manos, en tus ojos,
si no me hablas.
Adonis, poema 11, Principio del cuerpo, fin del mar (2003)
(trad. Federico Arbós, Árbol de Oriente. Antología poética, 1957-2007)
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