Además, se descubrió que el oro de la raíz del olivo había goteado en las hojas de su corazón.
Y de tantas veces como estuvo en vela, cerca del candelabro, esperando al alba, una extraña quemadura le había arañado las entrañas.
Un poco más debajo de la piel, la línea azulada del horizonte vivamente coloreada. Y bastantes huellas de azul en la sangre.
Las voces de las aves, que aprendió de memoria en momentos de intensa soledad, parece que tanto se vertieron en él todas juntas, que no fue posible introducir el cuchillo a gran profundidad.
Mas la intención fue suficiente para el Mal
Que lo encontraron –es evidente- en la horrible postura del inocente. Abiertos, arrogantes los ojos, y todo el bosque agitándose aún en su retina inmaculada.
Nada en el cerebro, sino un eco destruido del cielo.
Y únicamente en la cavidad de su oído izquierdo un poco de arena, insignificante, finísima, como en las conchas. Significa que había caminado muchas veces junto al mar, completamente solo, con la languidez del amor y el zumbido del viento.
En cuanto a esas briznas de llama de su juventud, muestran que en verdad caminaba muchas horas, cada vez que se unía a una mujer.
Tendremos frutos prematuros este año.
De Seis y un arrepentimiento por el cielo (1960)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada